En los adioses verdaderos la voz tiembla, y está bien. Un poema no llega para explicar la muerte, llega para acompañar: poner una mano en el hombro, ordenar el silencio, agradecer lo vivido. Soy Steve el Poeta. He leído en ceremonias pequeñas, en salones con ruido y en salas donde solo cabía un susurro. Aprendí que lo que consuela no es la oratoria, sino la claridad: nombrar con ternura, respirar juntos, cerrar con una imagen que se quede.

Poemas para funerales y homenajes: palabras de consuelo y gratitud para despedir con amor

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